Desde este rinconcito,
que se me ha quedado pequeño,
os quiero escribir mi carta
con mucho amor,
el que tengo
y el que pongo
en cada cosa que hago:
¡Soy mujer y a mucha honra!
Y aunque a veces me arrepienta de serlo tanto
no he perdido nunca
ni la memoria
ni el sueño
por lo que pudo ser.
Ya no leo ni a Lorca ni a Garcilarso.
Los desengaños me han hecho ser
más valiente y menos puntual.
Ahora escucho a Melendi y a Jarabe de Palo,
y algunas tardes,
cuando estoy tan cansada
que apenas si vivo en mí,
León Felipe es mi único espejismo.
Soy mujer
y no pierdo el sentido ni el conocimiento
de lo que me espera.
Mujer polivalente. Mujer rotunda.
Me vendo por un precio razonable al mejor amor,
pero no me agotéis
con demasiadas estupideces
que a partir de los cuarenta
si hay que ir
se va
pero ya no se inquieta una si es innecesario.
Ya no sé si odio o amo a Gala
porque ya no me hacen sombra sus hembras poderosas.
Porque ya no me hace falta
ni que me midan,
ni que me tallen,
ni que me den de comer.
Porque tendríais que verme ser.
Verme por un agujerito como yo me veo
cuando nadie me mira ni me reconoce,
completamente anónima,
invadiendo la calle con mis bolsas y mi esencia,
ajena a los desplantes de los que no saben nada,
combativa para ser mejor persona,
y orgullosa, orgullosa siempre
cuando oigo que me gritan:
¡Mujer tenías que ser!
bello bello
ResponderEliminar